Los niños y adolescentes que
delinquen o caen en vicios como la drogadicción se rigen por ciertos patrones.
Hay varios elementos que suelen ser comunes en ese tipo de conductas, aseguran
los expertos
“Él era un muchacho sano, pero no sé en qué momento se comenzó a descarrilar”, dice Isabel. Los tíos sí sabían que Juan andaba en malas andanzas, lo advirtieron reiteradas veces, pero nadie les hizo caso, admite la madre. Ahora el joven es el temor de los vecinos del edificio donde viven, en el municipio Sucre de Caracas.
Al parecer, lo que hace el muchacho es consumir drogas. De eso se enteraron hace dos meses cuando lograron realizarle el examen. Otras cosas se especulan sobre él. “Es un raterito”, dice una vecina. Esta señora, quien vive tres pisos más arriba, asegura que “él y sus compinches” han quebrado los vidrios y han robado los reproductores de los carros.
Todo lo malo que ocurre en ese edificio es culpa de Juan José, o así lo creen los vecinos. Isabel no vive en una zona popular de Caracas. Su hijo fue al colegio; al liceo dejó de asistir hace dos años. No quiso trabajar, y en cambio comenzó a perderse de la casa todas las noches. Cuando no lo hacía, se le podía encontrar en la avenida trabajando como parquero de una panadería.
“Nunca fuimos al psicólogo porque creía que era algo pasajero, esas rebeldías de muchacho”, cuenta Isabel, quien ahora está arrepentida pero al mismo tiempo animada y confiada de que su hijo pronto saldrá de ese trance.
Como el caso de ella y su hijo (cuyos nombres se han falseado a petición de la familia) hay muchos más en todos los rincones del país. Solo en Barcelona (Anz) hay más de 40 menores de edad recluidos por penas graves, según informó una fuente. Y en el resto del país son recurrentes los delitos en los que están inmiscuidos menores de edad: el caso de Mónica Spear y su esposo, y más recientemente, el de un adolescente quien está preso por haber asesinado a dos sacerdotes en Carabobo en febrero de este año.
En el caso de las drogas, por ejemplo, según el Estudio Nacional de Drogas en la Población Escolar (2009), el 59,5 % de los encuestados vincularon el consumo de estas en los adolescentes por rebeldía contra los padres o por estar viviendo momentos de rabia o tristeza. Sin embargo, otro 28,2 % lo vinculaba por plena satisfacción por el consumo. Hasta la fecha, la Oficina Nacional Antidrogas no ha realizado una nueva edición sobre este estudio.
La psicopedagoga Yuraima Arguinzones, quien es experta en temas de orientación familiar, cree que el perfil de un adolescente que esté envuelto en temas de delincuencia, drogadicción y situaciones de calle varía de acuerdo al contexto en el que se desenvuelva. Sin embargo, asegura que hay varios elementos que suelen ser comunes en ese tipo de conductas.
La escasa noción de peligro, la incapacidad de medir las consecuencias de sus acciones, la falsa creencia de que son “inmunes” a los efectos de su comportamiento y la marcada tendencia a la agresividad son algunos de los factores considerados por Arguinzones.
Por su parte, el psicólogo Víctor Arias, egresado de la Universidad Central de Venezuela, cree, según su experiencia, que los perfiles de quienes incurren en delitos o se aventuran en “malas mañas” desde muy jóvenes responden generalmente a chamos con hogares disfuncionales. “Generalmente son jóvenes de 11 años en adelante. Muchos de ellos han abandonado la escolaridad, viven en zonas de alto riesgo y en muchas ocasiones son conducidos a delinquir por otros jóvenes mayores que ellos, lo que luego se hace una cuestión de supervivencia: si no lo haces eres agredido”, expresó Arias.
Pese a eso, el psicólogo advierte que existen casos en los que en hogares “supuestamente funcionales”, se hallan jóvenes que delinquen o tienen actitudes negativas.
“Todos los extremos son dañinos”
Para Arguinzones, quien además forma parte del grupo “Padres en SOS”, las pautas de crianza de los niños determinan el rumbo de sus vidas. “Cuando un niño crece sin límites, patrones de conducta claros y sanos, y con carencia afectiva es un perfecto caldo de cultivo para formar un futuro delincuente”, dice la psicóloga. Señala que casos en los que el niño crece en un contexto con “excesivo control y disciplina” y con carencia afectiva, también produce una tendencia a huir de ese ambiente “castrante” y caer en situaciones de calle o delincuencia. Advierte además que en ambos casos el niño o adolescente es un “individuo completamente vulnerable”.
Solución a tiempo
Los expertos consultados coinciden en que las “malas mañas” de los adolescentes deben corregirse a tiempo, desde el hogar o desde la ayuda profesional. “Los padres no deben cegarse ante conductas que consideren poco habituales en sus hijos, como negar haber hurtado cosas en el hogar, en la escuela o en cualquier casa de vecino”, recomienda el psicólogo Víctor Arias.
Al mismo tiempo, los representantes tienen el deber de intervenir “inmediata y directamente” en la situación. Sobre esto, Arguinzones apunta que en primera instancia, los padres deben entablar una comunicación sincera y abierta con el niño o adolescente, y “si acaso resulta inmanejable, entonces es necesario buscar ayuda especializada”.
Son varias las alternativas para manejar la situación fuera del hogar, según la psicoterapeuta. Desde los psicólogos, los Consejos de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes, hasta instituciones gubernamentales y no gubernamentales para internar a adolescentes en conflicto con la ley, son opciones viables.
Educación familiar
Las buenas costumbres empiezan por la casa, en eso concuerdan los expertos. Los padres generalmente se escudan en la escuela cuando sus hijos tienen conductas negativas. Bastante se ha hablado sobre el tema y lo común es la negación de esta tesis. Arias recomienda a los padres no desconocer sus responsabilidades. “La educación familiar es fundamental. La que el joven recibe en el colegio es un refuerzo a la primera”.
Insiste en que es en el hogar donde los chamos reciben los primeros valores que luego los conducen a la “escolaridad”. Sobre eso, la psicopedagoga de Padres en SOS, cree que dependiendo de la educación familiar el niño o adolescente puede caer o no en vicios o malas mañas.
“Si les brindan las herramientas y condiciones para enfrentar las diversas situaciones que se le pueden presentar y un ambiente de seguridad, la respuesta del adolescente seguramente será diferente”, acotó. La institución Padres en SOS funciona en Caracas pero atienden casos de todo el país.
Para contactarlos se puede ingresar a su sitio Web www.padresensos.com o a través de su cuenta en Twitter, @padresensos.
Delincuencia juvenil. Para el criminólogo Allied Ovalles, quien realizó en 2007 una investigación sobre la incidencia de la disfunción familiar asociada a la delincuencia juvenil, se considera que un adolescente está en conflicto con la ley cuando ha realizado una conducta previamente definida como crimen, falta o contravención, cuando se le ha imputado la responsabilidad por esa conducta, o cuando se le ha sustanciado un debido proceso o se le ha dictado judicialmente una medida socioeducativa.
La Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes, establece en su artículo 540 que la presunción de inocencia del o la adolescente se determina “hasta tanto una sentencia firme no determine la existencia del hecho y la participación culpable del imputado o imputada”.
La Lopnna establece lo siguiente en su artículo 532:
“Cuando un niño o niña se encuentre incurso en un hecho punible sólo se le aplicará medidas de protección, de acuerdo a lo previsto en esta Ley”.
“Si un niño o niña es sorprendido en flagrancia por una autoridad policial, ésta dará aviso al o la Fiscal del Ministerio Público quien lo pondrá, dentro de las veinticuatro horas siguientes, a la orden del Consejo de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes”.
“Si es un particular quien lo sorprende, debe ponerlo o ponerla de inmediato a disposición de la autoridad policial para que ésta proceda en la misma forma”.
JORGE AGOBIAN | @jorgeagobian
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